Supersubmarina un año después y el estatuto del artista

Un año después del accidente de Supersubmarina cuando se desplazaba entre dos localidades españolas en las que celebraba sendos conciertos, ponemos sobre la mesa varias cuestiones que afectan al mundo de la música.

El accidente se produjo como resultado de un desplazamiento del grupo para llevar a cabo su actividad, un accidente denominado por el Estatuto de los Trabajadores como “accidente in itinere”. Así el accidente queda cubierto, pero siempre que el trabajador esté asegurado y, por tanto, dado de alta en la Seguridad Social por esa actividad.

En este caso no hablamos de un grupo en situación precaria. Este artista está dentro del engranaje “profesionalizado”. Pero, ¿qué pasa con el resto? Aquellos que podemos considerar fuera de este sistema… Hablamos de todos aquellos que se desplazan cargando sus instrumentos, en sus propios vehículos, de sala en sala, muchas veces sin cobrar, evidentemente sin asegurar…

Esta desprofesionalización reclama la creación de un estatuto de artista, una condiciones mínimas garantizadas por el Estado para dar protección y seguridad jurídica a esos miles de personas que suman a nuestra cultura, a esos creadores artísticos anónimos que podemos describir como ya hizo Julián Maeso, ex miembro de Sunday Drivers: «Un músico es una clase de imbécil que carga en una furgoneta un equipo de 5.000 euros que le ha costado toda la vida pagar, recorre 600 kilómetros de ida hasta Santiago de Compostela para cobrar 150 euros y a la mañana siguiente vuelve a conducir otras seis horas hasta casa sin estar asegurado»

Detrás de un (aproximado) 1% que llega al estrellato, se esconde un sector en un completo anonimato y olvido, son músicos, actores, artistas en general, que además de falta de reconocimiento, simplemente subsisten como pueden en unas condiciones más que precarias.

No se trata de colmar de privilegios a unos pocos desfavorecidos, sino de salvaguardar los intereses de estos seres creativos que alimentan nuestra cultura y la convierten en una parte imprescindible de la sociedad. Sin cultura, la sociedad no puede avanzar.

Claro que los artistas pueden actuar como autónomos bajo este régimen, pero muchos de ellos no podrían hacer frente a las cuotas con sus ingresos. Y, aun estando de alta como autónomo, ¿qué derechos tienen?, ¿a qué causas pueden acogerse para encontrarse de baja laboral? ¿Debería reconocerse una tendinitis en un violinista como causa de baja laboral? ¿O una afonía para un actor? Pues de momento no es posible, ni tampoco una lesión muscular para una bailarina o un escultor. ¿Por qué un escritor no puede cobrar derechos de autor al mismo tiempo que su pensión y en cambio sí que puede compatibilizarla con el cobro de alquileres de viviendas? ¿Por qué una traductora debe volver al trabajo nada más dar a luz?

El pasado 12 de julio se reunieron en Madrid actores, músicos, bailarines, artistas plásticos, escritores, guionistas, dobladores, gestores y técnicos escenificando la unidad de acción que estamos viviendo en la que más de 80 asociaciones, entidades y sindicatos colaboran por la elaboración de un documento que englobe sus necesidades fiscales, de seguridad social y laborales.

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